Si hacia a fines del siglo XIX las mujeres fueron ocupando con timidez espacios en los ámbitos públicos, el siglo XX representó una eclosión de las mujeres en la sociedad.
Desde las primeras décadas, Occidente fue recorrido por movimientos feministas que lucharon por obtener sus derechos civiles y políticos. Intelectuales, militantes y luchadoras fueron delineando diferentes estrategias de acción y denuncia contra las estructuras de poder que las había excluido o las consideraban ciudadanas de segunda categoría. Sin embargo, estos heterogéneos agrupamientos no pudieron escapar a los vaivenes de la sociedad en su conjunto. Las guerras mundiales, los conflictivos períodos de posguerra, las transformaciones políticas y económicas fueron incorporadas, sufridas y resignificadas por las mujeres."La Gran Guerra" fue el primer punto de inflexión. La movilización de millones de ciudadanos dejó puestos de trabajo vacantes que no podían ser cubiertos por quienes quedaban sin alistarse. De este modo, las mujeres asumieron nuevos roles en bancos, oficinas y fábricas. Ámbitos estos que, para muchas, se transformaron casi en una liberación: por fin podían salir de los espacios privados y marginales que el orden burgués había establecido como afines a las mujeres.
La irrupción de la Segunda Guerra Mundial repitió en versión ampliada lo vivido treinta años antes. Las mujeres estuvieron en las fábricas, integraron los movimientos de resistencia al terror nazi, acudieron al frente como enfermeras, fueron apresadas y enviadas a los campos de exterminio, padecieron el exilio y también fueron militantes activas de organizaciones dirigidas por los nazis. Pero la guerra y la posguerra significaron para ellas penurias y más violencia. No sólo tuvieron que hacerse cargo de la manutención familiar y de su soledad sino que, como prisioneros de guerra, fueron en muchos casos objeto de violaciones, mutilaciones y torturas, y, mas de una vez, padecieron el repudio familiar y el abandono. El cuerpo de las mujeres durante la guerra se convirtió en un botín perfecto, donde enemigos o aliados de uno u otro bando sembraron su propia "pureza racial", sus odios y sus venganzas.
Frente a lo que Eric Hobsbawm definió como "los años dorados" de la posguerra, caracterizados por la recuperación económica y los avances sociales, debemos preguntarnos: ¿fueron realmente "dorados" esos años para ellas? Otra vez, los cincuenta se iniciaron con una gran decepción. Las mujeres pagaron su parte de la cuota de "sangre, sudor y lágrimas" prometidas a todos por Winston Churchill, pero no bebieron el dulce vino de la victoria. Con el retorno de los héroes de la guerra, las mujeres fueron compulsivamente "invitadas" a regresar al calor del hogar. Era hora de parir, servir la mesa y de cuidar enfermos. Otra vez sopa, mucha sopa y en casa.
La masificación de nuevas tecnologías irrumpió en los hogares urbanos y de sectores medios: lustradoras, batidoras y televisores se transformaron con rapidez en nuevas formas de sujeción femenina. Lo que a simple vista se presentaba como una forma de facilitar las "naturales" ocupaciones de las mujeres, acabaría por transformarse, en muchos casos, en una suerte de apéndice del cuerpo femenino, indispensable para sus quehaceres y único objeto de deseo. La maternidad y los electrodomésticos iniciaron un camino común que aún hoy sigue vigente, encarnado las inconsistencias y ambigüedades de una arbitraria condición de género.
Con el correr de los años, la radio, la televisión y las publicaciones dirigidas específicamente al público femenino se han dedicado, en forma casi atemporal, a promover modernas prácticas de belleza, publicitar productos para el buen mantenimiento del hogar, recomendar recetas de cocina y enseñar el correcto cuidado de los hijos. Así, aún en la actualidad se ocupan de reproducir los valores más anquilosados del patriarcado. Hoy los mensajes combinan diferentes estereotipos para forjar una "mujer moderna": la que apuesta sin perder de vista su "feminidad y coquetería". Del trabajo a la casa o de la búsqueda de empleo al hogar, las mujeres son nuevamente invitadas a preparar sopa y más sopa.
Fragmento de la Introducción del 22 Tomo de "Historia de las mujeres en la Argentina" F. Gil Lozano, V.S. Pita, Ma G Ini